Los hermanos Juan y Jesús García Naveira eran dos excéntricos personajes dignos de película. Gallegos de origen humilde que lograron enriquecerse emigrando a Buenos Aires. Indianos con trazas de Indiana Jones. Nuevos ricos de finales del siglo XIX, de aquellos que vestían con traje, bombín, reloj de bolsillo y mostacho XXL. Me los imagino siendo colegas de Willy Fog o miembros de La liga de los hombres extraordinarios. Cuando regresaron a Betanzos, su pueblo natal, decidieron convertirse en sus grandes benefactores. Invirtieron en escuelas, lavaderos, asilos y todo tipo de obras caridad.
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